
Hola, te sigo esperando
En Hola, te sigo esperando, atestiguamos los traspiés del destino: un hombre espera en su casa a una mujer que tarda en llegar, pero el azar les hace la mala jugada de no coincidir, de quizá nunca encontrarse.
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En Hola, te sigo esperando, atestiguamos los traspiés del destino: un hombre espera en su casa a una mujer que tarda en llegar, pero el azar les hace la mala jugada de no coincidir, de quizá nunca encontrarse.
Agustín Monsreal inicia los 147 fragmentos de esta historia con un “hola” que suena tanto a erotismo como a ternura, pero que se va combinando con la indecisión, la desesperanza el enojo o el hartazgo, con todo aquello que esperamos que nunca reemplace el amor.
Acudimos también a la actualización del género epistolar, no de letra manuscrita, timbres y sellos postales, sino de post colgados en el espacio virtual: el personaje principal escribe mensajes a través de una red social como si fuera una novela por entregas, es así como nos enteramos de los pormenores de esta pareja: lo privado se vuelve público.
Monsreal hace del lenguaje otro protagonista, ya que su prosa intimista sorprende por ampliar nuevamente los extremos de la palabra, haciéndola maleable y dócil, pero abrazando lo poético, lo delicado y deslumbrante.
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