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Ética para errantes. La parábola del hijo pródigo
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Ética para errantes. La parábola del hijo pródigo

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El fin que persigue la ética para errantes no es instruir sobre el recto actuar humano. No se examina entonces la coherencia del errante con sus juicios y preceptos morales, sino la relación del errante con la propia finitud. Siendo una ética fundada sobre la aceptación, la actitud y la acción.

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Viajar es la unidad significativa de la existencia del hombre. Todo se vuelve materia de viaje: desde la concepción hasta el momento en que la vida se marchita. El único requisito para que todo se vuelva materia de viaje es estar vivo. El viaje no se puede esquivar. Para el hombre es preciso viajar para ser. Sin embargo, siendo un viaje a tientas, sin mapa, existe la posibilidad de equivocarse de ruta, de perder la dirección, de errar y de terminar extraviado. Esto equivale a quedar totalmente malparado en la vida: sin dirección y sin valoración. La parábola del Hijo pródigo, analizada por el Dr. Peter, es la Carta Magna para recuperar la dirección y la propia valoración como persona, la reconciliación y el perdón de sí mismo. Solo así se puede cambiar y proseguir el camino. Volver al flujo de la vida. Debido a esto, dicha parábola puede llamarse ética para errantes en honor de quienes, en su calidad de errantes por la vida, están sujetos a apartarse de la dirección más importante, la que conduce a abrazar la propia indigencia. El fin que persigue la ética para errantes no es instruir sobre el recto actuar humano. No se examina entonces la coherencia del errante con sus juicios y preceptos morales, sino la relación del errante con la propia finitud. Siendo una ética fundada sobre la aceptación, la actitud que asume el errante ante sus yerros señalará la diferencia entre una acción humana y una acción que desconoce lo humano.

9786074879377

Ficha técnica

Autor
Peter, Ricardo
Editorial
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
ISBN
978-607-487-937-7
Año de edición
2016
No. de páginas
149
Encuadernación
Rústica
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